Por: María Esther Lima Aguilar.
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Se dice que donde no hay Dharma todo es caos, Dharma significa literalmente: “aquello que se mantiene unido” y en una clase de Yoga es fundamental que exista armonía, amabilidad y respeto pues es lo que da orden al grupo que está practicando.
Una clase de Ashtanga Vinyasa Yoga debe tener un orden: inciar con una bienvenida, con un ritual donde se prenda incienso, velas, se sienten todos cómodamente y con esto se creará un ambiente sagrado para iniciar la práctica. Posteriormente, de forma ideal se aborda la teoría sobre filosofía o técnicas en las asanas, en aproximadamente 10 min, se cantan los mantras y se inicia con las posturas de pie, piso de 25 a 30 minutos; se continúa con las inversiones de 10 a 15 minutos y se llega a Savasana con una duración aproximada de 10 a 15 minutos, por último se cierra con una meditación y el canto de los Mangala Mantras en cinco minutos.
Es importante señalar que el orden de la clase es parte del Dharma de la misma, la secuencia de las posturas tienen una razón de ser, las transiciones tienen un porqué, el canto de mantras libera energía y es muy importante hacerlo al iniciar y al cierre de cada práctica, así como la creación de una intención al inicio de la misma, entonces, mantener esa continuidad hace más fluida la clase y genera un ambiente de estabilidad.
Asimismo, el maestro de yoga debe tener un Dharma, es importante establecer reglas que se respeten por todos y que formen parte de la armonía que requiere la práctica de Yoga. El trato respetuoso a los alumnos, la puntualidad, cuidar del yoga shala como un espacio sagrado, respetar el nivel de los alumnos y responder a todas sus prenguntas, pero sobre todo reconocer en cada uno a un ser digno de amor y atención, y llevar una vida congruente con las enseñanzas del Yoga.
Ese estricto respeto por las reglas no se debe dar sólo en la clase, debe haber Dharma en todas y cada una de las actividades o espacios en los que nos desarrollamos, en una relación personal, en una relación laboral, en todo aquello donde queramos que exista un orden y armonía.
La calidad en la enseñanza de Yoga tiene muchas aristas, dar información técnica sobre los beneficios de las posturas ayudará a los alumnos a entender mejor su práctica, así como reiterar en todo momento la improtancia de la respiración, de la práctica de vinyasa y de los beneficios de la generación del calor interno y de la oxigenación de los músculos, reiterar que el objetivo de la práctica de posturas es lograr la sesación de las fluctuaciones mentales, y desplazar aquellos malos hábitos con el desarrollo conciente de virtudes y de una sicología positiva.
Considero que dar una clase es una gran responsabilidad, dar instrucciones precisas, con un lenguaje claro y sencillo, con un volumen atenuado y caluroso, con un tono meditativo que refleje la práctica que también está realiando el maestro.
Se dice que uno no puede enseñar lo que no domina, y creo que esto se puede llevar a la enseñanza del Yoga, pues si una como maestra no conoce el orden estricto de las posturas, no está plenamente conciente de los movimientos que implica cada una y no está conectada con la escencia de la práctica de Yoga, dificilmente lo va a transmitir en una clase.
En este punto quiero hablar de mi experiencia en la guía de un grupo. Fue muy interesante y aleccionador el momento de estar frente al grupo y tener la responsabilidad de guiar la práctica de un grupo de personas.
La primera ocasión que me paré frente a un grupo, mi maestro me dijo: “lo que haces en tu práctica es lo que transmites”. Ciertamente si tu estado al momento de practicar es de meditación, introspección y plena conciencia, entonces será eso lo que proyectarás y el ambiente que se creará en el grupo será de armonía; si por el contrario estás desconectada de lo que está ocurriendo, si no estás plenamente consciente y falta claridad en lo que quieres transmitir, entonces proyectarás desorden.
Y fue ese día, después de la práctica, que me di cuenta que algo en mí se había transformado, en cualquier otro momento de mi vida hubiera sido muy dura en el juicio y quizá me hubiera tratado de convencer de que este no era mi camino, pero me he dado cuenta que hay que aprender de todas y cada una de las experiencias de la vida y que si se pone atención en cada segundo, se aprende algo.
Ese día pudo ser, en otro momento, algo dificil pero se convirtió en uno de los mejores días pues adquirí una enseñanza invaluable, que no dudo que sea el de mayor aprendizaje en lo que va de mi vida.
Proyectar amor, respeto y bienestar es indispensable en una clase de yoga, y para poder hacerlo el profesor debe amarse, respetarse y estar bien con su vida y con su entorno.
La corriente del inmenso mar que es la vida, no nos empuja inconscientemente, nos lleva a conocernos, en un proceso que se inicia de forma individual, pero que sin duda contribuye a la evolución colectiva.
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